EDITORIAL

Garantistas y precavidos



Editorial » 01/04/2014

Demostrando una vez más su permanente divorcio con la realidad, el Gobierno y un grupo de políticos elaboraron un proyecto de Código Penal que acorta las penas y elimina la reincidencia.

En el momento de mayor inseguridad desde el retorno de la Democracia, cuando no pasa un día sin que en algún lugar del país un delincuente asesine a alguien, a nuestros dirigentes se les ocurre reformar las leyes para que los malvivientes gocen aún de mayor impunidad.

A la cabeza del proyecto está el Juez de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni, un hombre que desde hace décadas viene preocupándose muy especialmente por los derechos humanos de los asesinos y los violadores en desmedro del derecho a la vida de los que son útiles a la sociedad, y el mismo magistrado que todavía no pudo explicar por qué tenía – o tiene- más de una docena de departamentos alquilados como prostíbulos.

Sin sorprender a nadie, con su conocido rol de «diagnosticador crónico», el Gobernador Scioli anuncia que «estamos viviendo horas dramáticas, con mucha sangre derramada», como si fuera un comentarista de televisión y no alguien que debería hacer algo por resolverlo.

El alter ego de la Presidenta, Jorge Capitanich, en tanto, nos recuerda que «la seguridad es potestad de las provincias», como si las provincias flotaran en el espacio y no fueran parte del país que él y su gente gobiernan.

Las estadísticas alarman: sólo el 4 por ciento de los delitos se esclarecen, y el sistema penitenciario parece funcionar más como una escuela de perfeccionamiento delictivo que como un ámbito de reinserción social.

No es momento de ablandar las penas. En tiempos de terror como los que corren, las leyes tienen que ser más duras. Y su aplicación, más dura todavía. Los Códigos tienen que desalentar la comisión de delitos, no invitar a cometerlos.

Soportando además la cantinela de que pedir justicia es «de derecha», los ciudadanos de bien vivimos con miedo y encerrados, mientras los asesinos y los ladrones se convirtieron en dueños y señores de nuestras vidas. Y sobre ideologías y falsos progresismos, sería bueno observar de qué forma tratan a los delincuentes paradigmas mundiales de la «izquierda» tales como China, Corea del Norte, Cuba y hasta Venezuela.

Claro que, mientras quieren cambiar el Código Penal, Zaffaroni y el resto de los «iluminados» autores de este nuevo absurdo no dan ni un paso sin estar rodeados de sus custodios.

Podrán ser muy garantistas, pero no por eso van a dejar de ser, además, muy precavidos.


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