EDITORIAL

Varelagate



Editorial » 01/10/2016

Florencio Varela está conmocionada por la denuncia contra el Intendente Pereyra y los allanamientos a la Municipalidad y el Concejo Deliberante.
La presentación de Elisa Carrió ante la Justicia, en gran parte basada en investigaciones de Mi Ciudad, coloca al jefe comunal en la peor de las posiciones: por la inversión de la carga de la prueba, deberá demostrar que no se enriqueció ilícitamente. No lo ayudan en esta tarea las declaraciones que, también, hizo a nuestro diario, y que fueron reproducidas por la prensa de todo el país: «como los 50.000 pesos que gano por mes no me alcanzan para vivir, tengo que dar conferencias en el exterior». Ahora tendrá que explicarle al juez cuántas charlas rentadas por el mundo dio en los últimos años, en dónde, y cuánto cobró por ellas. También, como hace para pagar el supuesto alquiler de la mansión en la que reside y mantener el lujoso nivel de vida que lleva.
Muchos se preguntan por qué recién ahora se decide investigar una gestión que desde hace rato está bajo sospecha. La respuesta puede inferirse a través de otra pregunta: ¿Si Daniel Scioli hubiera ganado las Elecciones, la Justicia estaría actuando como lo está haciendo?
Junto con el nuevo aire gubernamental, la velocidad y eficiencia que repentinamente adoptaron los jueces federales es proporcional al hartazgo de la sociedad con un sistema corrompido, donde los que delinquen estuvieron ostentando sus riquezas impunemente. Para eso, contaron con la complicidad, mayormente rentada, de los que eligieron mirar para otro lado o peor aún, rendirle honores a esta casta de nuevos ricos devenidos en tales a través de la apropiación de los caudales públicos.
Lo que Mi Ciudad viene escribiendo desde hace más de 20 años con respecto a la Administración Pereyra no es más que poner en palabras lo que todo el mundo ve. El enriquecimiento de funcionarios y proveedores es escandaloso y no puede ser desconocido para nadie. Igual que el empobrecimiento y el abandono de Florencio Varela, tristemente transformada en botín de estos seudo corsarios del nuevo Milenio.
La diferencia es que mientras algunos optan por esconder las noticias, o sobarle el lomo a los funcionarios, otros hacemos periodismo. Esta trama de connivencia entre el poder político local, algunos medios y hasta ciertos falsos opositores se conoce desde hace rato, pero quedó más en evidencia en las últimas semanas. El intento de ocultar la denuncia contra el intendente encontró su límite en el sitio de Facebook de Mi Ciudad, donde más de 1.300.000 personas se enteraron de los allanamientos. La gente, otra vez, dejó en evidencia a los cómplices de la corrupción y pudo enterarse de lo que pasaba eligiendo dónde informarse.
En su reciente visita a Florencio Varela, el colega Matías Longoni dijo que el rol denunciante e investigativo que debimos adoptar muchos periodistas solo se explica por el fracaso de la política, que se desvió de su rol de solucionar los problemas de la gente.
Sin periodistas libres y decididos a enfrentarse al poder, nunca hubiera habido un Watergate.
En 2016, bienvenido sea el Varelagate.


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