UPD (último primer día): entre festejos y polémica



Educación » 01/04/2018

Entre camisetas con frases, cotillón, espuma, banderas, luces de bengala y el sonido de un bombo ensordecedor se vislumbra a una caravana de jóvenes que gritan agitando los brazos y cantan canciones pegadizas. No, no van a la cancha ni salen de un recital. Son los chicos de sexto año de la secundaria, y es la última vez que tienen su primer día de clases. Lejos parecen haber quedado las mañanas de corbatas apretadas y guardapolvos bien planchados, hoy todo es fiesta, ruido y caminata por el medio de la calle.
Los egresados 2018 festejan el U.P.D, sigla hasta hace pocos años desconocida y hoy en boca de todos: el UPD es el «Ultimo Primer Día», una costumbre que comenzó a practicarse hace no más de seis años en Florencio Varela por alumnos de último año de escuelas secundarias. La celebración pionera en provincias como Mendoza y San Juan, más tarde en Ciudades como La Plata y Buenos Aires, y hoy en la mayoría de los colegios, despierta polémica y preocupación social por el consumo de alcohol y el estado en el que algunos chicos llegan a la escuela. ¿Cómo se desarrolla esta nueva práctica en nuestro distrito?
«Después de la escuela ya las cosas no son iguales, se toma más en serio todo», nos contó Matias, alumno del Instituto Santa Lucía y participante del festejo llevado a cabo en la ciudad. ¿En qué consiste el UPD?: «la idea es juntarse a la noche, solemos hacerlo en la casa de alguno, ir a la escuela sin dormir, cortar la calle, hacer ruido, que todos nos vean, es la última vez que empezamos la escuela». Con respecto al alcohol exclamó: «¡No es para destruirse ¿eh?, el que termina muy mal es porque quiere, no es la condición, pero sí obvio que alcohol hay» y agregó determinante que la situación de la fiesta dependía de cada uno y de cada grupo.
Generalmente no hay incidentes, este festejo queda reducido a hacer ruido y a lo sumo cantar en contra de otros colegios (rivales desde antaño y sin sentido cual historia shakesperiana). Las grandes críticas de los vecinos y de quienes están fuera de esta práctica son por el uso de pirotecnia, los gritos a horarios de madrugada, la suciedad que queda en la vía pública y el corte de calles que dificulta el tránsito en un horario pico. La policía ya conoce el evento y patrulla la zona con mayor énfasis en la fecha acompañando a los chicos en todo el trayecto «para evitar incidentes, sobre todo entre los distintos colegios, pero todo está bastante tranquilo este año» explicó una oficial de la Policía Local.
No es perder un día de clases, ni caminar por el medio de la calle sin haber dormido lo que preocupa a padres y docentes, sino el alcohol, como forma de diversión asegurada en el encuentro. Pero es una modalidad que no difiere de otros momentos de diversión de los adolescentes hoy, si bien la juventud y la adolescencia son etapas de la vida donde los excesos han estado siempre presentes.
El UPD es un ritual, un rito de pasaje de una etapa a otra: el principio del fin del periodo escolar, el comienzo de la edad adulta. Un momento donde se ven características de la adolescencia; la unión como grupo, el llamar la atención, el diferenciarse del resto (en este caso de los que no son egresados), el desafío a la autoridad: ir a la escuela sin dormir, hacer ruido, los excesos, el constante desafío del límite por lo establecido y lo que debe ser.
Las escuelas se rehusaban a esto, hasta que el UPD se impuso de tal forma que la institución tuvo que negociar reglas con los alumnos y padres y esta nueva práctica se ha ido entablando de tal forma que parece querer prolongarse en el tiempo.
Carlos A. Alvarez, preceptor en el mismo colegio desde hace 20 años, dice haber visto pasar a varias generaciones de egresados y aseguró presenciar costumbres diferentes a lo largo del tiempo, «pero la rebeldía y esa intención de cambiar el mundo es la misma, antiguamente se cometían excesos también, no es algo nuevo, sí hay otras cercanías y facilidades que antes no «. El preceptor se dice muy cercano a los alumnos y contó «En la escuela al principio no sabíamos con qué nos íbamos a encontrar» -¿Cómo lo afrontaron? «Intentamos explicarles antes de entrar que los festejos eran afuera y que adentro había una institución que respetar. Este año tuvimos uno o dos chicos pasados de alcohol, ¿Cómo se resuelve? Hablando con ellos, sin amenazas ni castigos, llamando a los padres en todo caso».
Este inicio de clases aseguran fue más tranquilo que otros años. Los colegios no se juntaron en la vía pública, «sospecho que hubo algún tipo de arreglo entre autoridades para evitar conflictos» agregó Carlos y concluyó: «que los chicos se unan y festejen es muy positivo, está en la escuela marcar su lugar y explicar donde sí y donde no, el personal docente debe estar atento».
Algunos padres para tener mayor control ofrecen sus casas para el evento. «Si lo van a hacer igual, preferimos controlarlos, charlar con ellos, que se sientan acompañados en lugar de prohibir», nos aseguró Silvana, madre de uno de los alumnos que egresará este año.
Las escuelas planearon estrategias para mejorar la condición de los chicos y que se sientan acompañados en el festejo: desayunos con padres presentes, recibimientos de los demás alumnos, decoraciones especiales: este año son protagonistas.
Un directivo de un colegio privado de Florencio Varela que pidió a Mi Ciudad resguardar su identidad comentó: «el último año se ha convertido en una serie de ritos, en algunos colegios más, en otros menos, pero el ciclo lectivo se divide entre UPD, presentación de buzos, algunos bailes de egresados o meriendas y desayunos para juntar plata para Bariloche, eventos para juntar dinero para la fiesta de egresados, y poco termina habiendo de contenidos escolares «. La escuela se amalgamó al ritual y cambió sus estructuras de horarios para evitar conflictos entre colegios, priorizando el bienestar de los chicos ante la conducta.
Camila, alumna del Instituto San Juan Bautista, dijo que no comprendía el por qué de tanta crítica «por un día al año» y que ellos estaban «festejando ir al colegio secundario por última vez, disfrutando la mejor etapa de la vida «, otra alumna adosó a su comentario «después en la Facultad ya no podes hacer estas cosas» ,mientras mostraba una foto abrazada a una compañera.
Las redes mientras tanto, son testigos de los festejos, en fotos y videos, ya que no es inmune a la nueva moda de documentar cada acción de la vida cotidiana.
Carla Cecchi, Directora Provincial Secundaria, ha comentado en materiales oficiales del Estado, que existen acuerdos formales de convivencia y formas de actuar en la «Guía de intervención en situaciones en conflicto» ante cualquier tipo de eventualidad, y que lo importante es « cuidar a los jóvenes, es algo a trabajar no a atacar» y ante todo que el equipo educativo debe recibir a los chicos, con el uniforme o guardapolvo escolar correspondiente, y no suspender las clases, sÍ llamar a los padres o a emergencias médicas si algún caso lo requiriera».
¿Euforia algo desmedida por el principio de un final o excusas para evitar obligaciones? Sin duda un nuevo ritual que deja a los ojos de todos problemáticas que muchos no pueden o no quieren mirar y que se deben poner en jaque abriendo entonces un debate más profundo. Uno de los directivos nos dijo: «De cualquier forma somos realistas y decidimos hacer lo posible por cuidarlos, para acompañarlos con autoridad sin ponernos del lado de la mera prohibición, que lo único que logra es alejarnos de su confianza».


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