ENTREVISTA

Yaya Castro



Entrevistas » 01/09/2018

Aunque se llama Mirta Susana Castro, todos la conocen como «Yaya», y para muchos es «Yaya Girola», con el apellido de su madre. Y esto tiene una explicación, que nos da pacientemente: «La conocida era mi mamá, porque mi papá venía de Buenos Aires, aunque estaba emparentado con los Barosela. La mamá de él y la de mi primo, que vive acá a la vuelta, eran hermanas, y el papá de él, era tío de mi papá». Su sobrenombre viene desde antes de su nacimiento, ya que se lo debe a una escritora de radioteatro llamada Yaya Suárez Corbo que le gustaba a su progenitora. Nacida el 7 de noviembre de 1947 en Florencio Varela, en una casa que estaba en la calle Mitre, fue docente en varias escuelas locales y hace 40 años que integra el Centro de Lucha contra el Cáncer de nuestra ciudad. «Con el Dr. Garay somos los más antiguos ahí. No los más viejos, los más antiguos…», nos dice riendo. Recibida de arquitecta en la Universidad de La Plata, y ya jubilada, pasa sus días entre amigos, salidas y viajes. «No me iría de Varela –afirma- A esta edad… Yo tengo acá mis amigos, mis grupos, mi pequeña familita porque no tengo hermanos ni hijos…». Con ella dialogó Mi Ciudad en su casa de la calle Alberdi.

-Cuéntenos sobre su niñez y sus padres…
-A los cuatro años me mudé acá, donde vivo. Con mi mamá tenía mejor relación que con mi papá, pero él era un hombre muy bueno y me dio todo. Mi amiga del barrio era María Adela Oberto. Ya nuestras madres eran amigas. Y nuestra amistad sigue. Mi papá era empleado del Banco City desde los 16 años hasta que se jubiló. Ese banco después fue Citibank y ahora el Citi. Mamá fue ama de casa hasta que abrieron Modas Evelem, que duró 34 años. Esa boutique fue pionera de la ropa para damas en F. Varela. En esa época estaban Casa Gutani, y Morbelli con La Casa de las Locuras, que vendían los que se llamaban batones. El nombre Evelem viene de las tres hermanas Girola: Eva, Elena y Emilia, que era Mencha, mi madrina.
-¿A qué jugaba cuando era chiquita?
- Dábamos vueltas con la bicicleta alrededor de la manzana con toda la tranquilidad del mundo. Y a la noche salíamos a tomar fresco con la familia Rimoldi, que vivía acá al lado… Cuando venía el tren mirábamos la hora y sabíamos que bajaba Terzaghi…
-¿Dónde hizo la Primaria?
-En la Escuela 11. Mis maestras eran María Rosa Garlatti, Pocha Ruiz, una señora de Mar del Plata creo, que se llamaba Biancolini, Pepé Schiantarelli, Maricarmen de Leyes, Rosita Martínez y Florinda Vegini.
-¿Y la más querida de ellas quien fue?
- Florinda, Pocha… Pero con quien me veo y a la que quiero mucho es mi maestra de primero inferior, María Rosa Garlatti. Ese cabello rubio que tenía me fascinaba. Era muy dulce con nosotros. Estaba en el grado que le correspondía.
-¿Quiénes eran sus compañeros?
-Ivancito Cascardi, Irma Memmo, Adrián Lombar, Marita Schiavini, Leonor Belmonte que después se pasó a otra Escuela…

-¿Donde cursó la Secundaria?
-En el Sagrado Corazón, porque podía tener una salida laboral con Magisterio. En esa época también estaba el Comercial y justo se iniciaba el Santa Lucía, tanto que nos fuimos de viaje de egresados con ellos, con su primera promoción, todos en el mismo tren. En ese viaje también estaba Tino Rodríguez… Pasamos dos noches en el tren. Los brazos se nos llenaban de tierra… No se iba en micro en esos años, no había ruta asfaltada. Fue mi primer viaje sola, pero viajaron para cuidarnos la mamá de Edith Pizzorno y la mamá de Betty López. Cuando nos recibimos hicimos una ronda en Monteagudo, junto con los chicos del Santa Lucía. Teníamos muy buena relación con ellos y también con los del Comercial… Con mis compañeras seguimos muy unidas. Ya cumplimos 52 años de recibidas y a partir de los 40 empezamos a hacer viajes juntas. Nos reunimos casi todos los meses, ya criaron a sus hijos y ahora crían a sus nietos… Hasta nos modernizamos porque tenemos un grupo de whatsapp.
-¿Qué hacía en su juventud? ¿a dónde salía?
-Ibamos a la lechería de Pastor, todos los viernes. Estaba en Monteagudo ,al lado de la Farmacia Lorenzelli. En ese grupo estaban Roberto y Eduardo Moreno, con Elena Scrocchi, Irma Memmo, Edith Pizzorno, Betty López, Pucho Combé, Quique Romero…
-¿A qué hora iban y qué tomaban?
-Estábamos desde la media tarde hasta la tardecita. Lo tradicional era pancho y coca cola, y los helados. Era el motivo de reunión… Cuando se cerró, se extrañó mucho. Era un local que atendía Pastor con su esposa.
-¿También iba a bailar?
-Yo no era de ir mucho a bailar, pero una vez fuimos a ver a un cantante, Nilce Daca, a la cancha de Independiente. Y sí íbamos a los «asaltos» en lo de Scrocchi, lo de Moreno, lo de Pizzorno, o lo de Betty López…
-¿Conoció a algún abuelo?
-A mi abuela materna, Angela Ghio de Girola, que vivía enfrente de casa. La peinábamos… Creo que solo tenía doce pelos, pero la peinábamos igual. Preparaba milanesas con papas fritas, y nos reuníamos ahí con los primos, uno que ahora falleció, Fernando, que vivía en Neuquén. Mi abuela era divina. Falleció a los 82 años, era el prototipo de la abuelita, vestida de negro, porque era vestirse de luto, medio luto, luto… En esa época se moría alguien y no terminaba de salir de un luto que moría otra persona… Ella tuvo nueve hijos. Cuando murió su esposo, que era carpintero (conservo un mueble que él hizo, para apoyar los espejos) empezó a repartir hijos con sus hermanas. La única que quedó con la abuela fue mi mamá, que era gemela. Eran idénticas. Cuando mi mamá falleció, atropellada por una moto, Combé, que vivía enfrente un día vio venir a la gemela y se pegó un susto tremendo…
-Esto de su mamá y su tía gemelas seguro dio lugar a muchas anécdotas…
-Debe haberlas tenido, y se deben haber mandado algunas cosas. pero no me las contó… Me quedaron muchas cosas por hablar con mi mamá… Después me tuve que hacer un poco cargo con mi papá del negocio, pese a que justo ese año me había recibido de arquitecta en La Plata. En 1994 el negocio se vendió, y ahí hoy funciona una relojería.
-Me dijo que le quedaron muchas cosas para hablar con su mamá. ¿Cuáles?
- No sé. Habernos sentado un poco y charlar de su juventud, de sus cosas… tengo fotos de cuando ella cosía para afuera, a la luz de una lámpara de querosén que está acá. No tuve mucho tiempo. En ese momento uno mucho no se preguntaba, y cuando me lo pregunté, ya no la tuve.
-¿Ejerció como arquitecta?
-Sí. Tuve un estudio en el edificio de Moreno e hice algunos proyectos, entre ellos, para unos amigos de Córdoba y para mi primo en Neuquén. Pero después vino una época brava desde lo económico y entré a trabajar en la Técnica 1 de Bosques y la Técnica 2, a la que llamaban El Chaparral.
-Esa escuela tenía un gran nivel de profesores…
-Era excelente. Nos habíamos puesto la camiseta. Los mismos profesores armaron el taller y cambiaron las chapas, trabajando con sus manos… Éramos pocos profesores con mucha carga horaria, en cambio ahora se da clases en muchos colegios al mismo tiempo…
-¿Qué materias dictaba?
-«Proyecto y Diseño» y «Tecnología de materiales». Tuve un grupo de compañeros muy lindo. Y también fui, como dicen los chicos, «la de Dibujo» en algunas escuelas privadas. Esto me vino bien para ponerme muy de acuerdo con el arte, con la pintura y la escultura, lo que se acrecentó con los viajes. Cuando me senté en una piedra del Partenón se me cayeron las lágrimas… O cuando fui a las capillitas del Norte, acá en Argentina…
-¿Qué recuerda de esos años de docente?
-Cuando debuté en la Técnica 2 había un chico que me hacía la vida imposible. Un día lo senté y le dije: «Mirá, Cáceres, porque no me olvido del apellido, si tenés un problema conmigo decímelo a mí en vez de andar cuchicheando por ahí… Y después cada vez que me veía me saludaba con un beso. Hay muchos chicos a los que les hace falta una palabra, que no recibieron de sus padres. Nunca me olvidé de él… Tuve muy buenos alumnos, algunos se recibieron de arquitectos, de abogados… Pero lo más importante es que todos fueron buenas personas.
-¿Con qué profesores siguió la relación?
-Con Jorge Guidi, Jorge De Gottardo, Ricardo Plancic, Nidia Pladellorens, que era la Regente, María Antonia Rossi, que era la secretaria, Marisa Delorenzi, con quien estoy haciendo viajes desde hace mucho, Patricia Kociorek, Marisa Marcovi, Licha Stossi que ya falleció…
-¿Tiene algo relevante para contar respecto a amores?
-No. Estuve un tiempo en pareja… Por ahí hubo amores que no se pudieron dar, pero más que eso no… No aconsejo a nadie vivir solo, pero a esta edad… No… Prefiero viajar…
-¿Está contenta con la vida?
-Sí. Le agradezco a Dios todas las noches. Pese a que cuando murió mi mamá fue un golpe fuerte… Pero haciendo un resumen, le doy gracias.
-¿Le queda algo pendiente?
-Más viajes. Todos los que pueda hacer. A donde sea, a Brandsen o a París. Me prendo en todo…


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