Una de las obreras de “La voz del campo” recuerda su calvario



Edición Impresa » 01/06/2019

El número 12 de la Revista “Economía Social” incluyó un artículo de la varelense Marta Méndez, una de las trabajadoras estafadas hace ya más de 20 años por el emprendimiento “La Voz del Campo”, creado por el Intendente Julio Pereyra y manejado por el ahora presidiario Daniel Zisuela, entre otros personajes del peronismo local.
Dice la autora en partes de su nota: “En aquellos años 1995-96 mi familia compuesta por mi esposo y seis hermosos hijos, niños todavía hacíamos lo que podíamos para darles de comer a nuestros hijos… Nos contaron que anotaban personas sin trabajo, que daban subsidios para capacitarnos. Era un microemprendimiento que al finalizar formaría una cooperativa de trabajadores. Nos acercamos urgente y me quedé impresionada con tanta gente, todos en la misma condición que nosotros, desesperados por estar en la lista. Allí estaba el intendente con sus súbditos. Nos prometían el oro y el moro [todas mentiras que con el tiempo fuimos descubriendo ]. … A nosotros nos tocó el campo de Santa Rosa… Comenzamos a desmalezar con palos, con las manos, con lo que fuere y a plantar los plantines con urgencia como podíamos. Con frío, calor, lluvia todo mal, sin baños, sin techos, sin agua potable para tomar…Teníamos que trabajar duro. Ibamos a formar parte de una cooperativa llamada La Voz del Campo. Pero no fue así... Trabajamos de sol a sol comprometidos con esperanza de lograr esa cooperativa con mucho esfuerzo y valor y casi sin comer, regando los plantines uno a uno, trayendo agua en tachos que conseguimos y acarreamos desde 14 cuadras aproximadamente.
Gracias a Dios llovía de vez en cuando. Así logramos una hermosa cosecha. Con gran esfuerzo las mujeres llenábamos los camiones de la Municipalidad para su venta ... De la cual no vimos ni un centavo como nos prometieron.
Recuerdo que a una de mis compañeras por la fuerza que hacía la internaron. Estaba embarazada y perdió a su bebé. La pasamos muy mal. Más de 200 familias, los esclavos, comenzamos a ir a los medios de comunicación… Nadie nos quería hacer una nota y fuimos a una Radio Comunitaria del Barrio San Jorge, allí nos dieron un espacio para el reclamo. El intendente mandó a clausurar la radio y se armó la pelea, porque la radio era del obispado. El obispo Jorge Novak llamó a las dos partes a conciliación. Nos reunimos en la Iglesia Medalla Milagrosa (Ni la Virgen podía creer tanta desfachatez y qué caraduras y mentirosos que eran). No hubo acuerdo, entonces Novak nos presentó a Mónica Frade, una abogada con muchas ganas de escucharnos y defendernos. Recuerdo cuando, en Caritas, se sentó en el piso junto a nosotros. Era una más, dolida por la injusticia por todo lo que cada uno contaba. Así comenzó la denuncia al intendente Pereyra, sus concejales y todos los que estaban al frente de dicha cooperativa. El diario Mi Ciudad puso en primera plana la noticia (mandaron a extraer todos los diarios de los kioscos) y el Dr. Alejandro César Suárez hizo la denuncia. Fueron muchos años de lucha ... Quemaron la casa de mi compañera Rosa Rodríguez por hablar. Nos tiraban los coches encima cuando nos veían parados en la calle y tantas cosas más que verán si tienen la oportunidad de leer el libro “La gran estafa, historia de un intendente K”. Alejandro Suárez lo escribió y María O´Donell realizó el prólogo… En el libro contamos cada uno una historia vivida en dichos campos y lo mal que la pasamos… En muchos años de lucha firme, conocí varios presidentes, los reclamos llegaban hasta la casa de gobierno y el único que nos ayudó fue Alfredo Bravo, agradecida eternamente a Él. Fue una causa que se conoció gracias al obispo y al diario Mi Ciudad. E hicimos historia: ganamos el juicio laboral, me llenó de alegría lograr torcerles el brazo…”.


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