EDITORIAL

Los “dueños” de lo público



Editorial » 02/01/2020

Que la Universidad Jauretche haya distinguido a un misógino famoso en su país por el destrato al que sometió a decenas de mujeres desde sus programas televisivos semanales, al mismo tiempo que desde esa casa de estudios se anuncia su adhesión a una ley que sanciona la violencia de género, es una muestra más de la incoherencia y del abuso que las autoridades de dicho centro educativo hacen de su condición de tales, comportándose no como administradores de un establecimiento público, sino como sus propietarios.
Ya nos referimos anteriormente al manejo discrecional que se hace de todas las conferencias y charlas que se realizan en la UNAJ. Desde su fundación, el noventa por ciento de los expositores que pasaron por el lugar fueron peronistas, kirchneristas o fervientes militantes de este «progresismo de millonarios» que se desplegó por buena parte de América. El total partidismo de una Universidad que pagamos todos hasta se vio refrendado por la artera utilización de su predio para el lanzamiento de fórmulas políticas del kirchnerismo. Y en las últimas semanas, también se hizo allí una especie de homenaje al tramposo expresidente boliviano Evo Morales, llegándose a violar una ley nacional, al izar junto al pabellón patrio, la «Wiphala».
El relato de los «gobiernos populares» perseguidos en el Continente que se repite en cada exposición de la UNAJ y que hicieron propio muchos políticos procesados en nuestro país y en naciones vecinas, se cae por sí solo: nadie persiguió a la Izquierda que gobernó Uruguay durante casi 20 años, ni a Bachelet en Chile. A los que la Justicia persiguió fue a los corruptos. Por ladrones, no por progresistas.
La confusión entre ser funcionarios y dueños de un ente público no es exclusiva de la UNAJ. Hace poco más de un mes también vimos como el reelecto Intendente de Avellaneda hacía leer a chicos de corta edad su juramento «por Perón, por Evita, por Néstor»… y hasta «por la fidelidad a Cristina», dando a todos una clase práctica de fascismo explícito que pudo verse multiplicada por las redes.
Que los chicos no tienen que usarse para hacer política y que las universidades deben ser reflejo de todos los pensamientos y no unidades básicas de un partido determinado son preceptos que no deberían tener que recordarse cuando estamos cerca de cumplir 40 años de Democracia continua.
Pero a algunos Che Guevaras vernáculos, con cuentas bancarias más parecidas a las de Rockefeller que a las del libertador de Cuba, nunca está de más refrescarles la memoria.


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