EDITORIAL

El coronavirus y el bosque



Editorial » 02/05/2020

Mientras ocupamos nuestra atención en hacer frente como podemos a la Pandemia de Coronavirus, otras amenazas se ciernen sobre nosotros. Y también pueden ser letales: el autoritarismo y la impunidad.
Al invasivo «ciberpatrullaje» de la Ministra de Seguridad sobre los posteos de los ciudadanos en Internet se le sumaron las poco felices declaraciones de la abogada de la vicepresidenta y funcionaria del Senado Nacional, Graciana Peñafort, que dijo textualmente: «la Corte Suprema tiene que decidir ahora si los argentinos vamos a escribir la historia con sangre o con razones. Porque la vamos a escribir igual». La bravuconada de esta colaboradora del ex guerrillero devenido en periodista Horacio Verbitsky debería encender las luces de alarma. Es una de las mujeres de más peso del sector político que hace no mucho proclamaba que quería «venir por todo».
También en estos días, el ultrakirchnerista Secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla, pidió la «prisión domiciliaria» para su ex «compañero» Ricardo Jaime, condenado por la Tragedia de Once, confeso coimero y detenido en épocas de Cristina Presidenta. Pero la pretensión de este funcionario no es la única. En su casa ya -aunque nadie puede explicar por qué- Amado Boudou, el hombre que dijo vivir en un médano y quiso quedarse con la máquina de hacer billetes, la lista de pretendidos «presos políticos» con intenciones de dejar la cárcel sigue creciendo. Y como tanto la Justicia como los Derechos Humanos parecen ser siempre para los del mismo lado, ahí está también Adolfo Pérez Esquivel y su Comisión de la Memoria pidiendo que, para «que no se contagien el coronavirus», se suelten a miles de presos en todo el país. Pudimos ver a algunos de ellos a través de las grabaciones que hicieron en sus propios celulares, anunciando que cuando salieran «iban a cagar a tiros a todos». Y, haciendo realidad el mayor sueño de Eugenio Zaffaroni, el siempre vigente ex magistrado que tenía prostíbulos en sus departamentos, asesinos y violadores están volviendo a sus hogares en estos mismos momentos, con el aval de unos jueces que viven con varios privilegios, entre ellos, el de disponer de una custodia permanente.
La impunidad es uno de los rasgos más salientes del autoritarismo. Cuando la sociedad está distraída, es cuando los que nunca duermen aprovechan para correr los límites de lo permitido y lo legal. Y ¿qué mejor distracción que una Pandemia mundial?.
Cuidado. Que el Coronavirus no nos tape el bosque.


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