KAMYLA ROMERO, REFERENTE TRANS:

“Hay chicas de trece y catorce años prostituyéndose en Varela”



Sociedad » 01/10/2020

A sus 38 años, Kamyla Valeria Romero siente que aunque la colectividad trans recorrió un largo camino y obtuvo varios logros, todavía queda mucho por hacerse.
Referente de las mujeres trans varelenses desde “Felipe Diversa”, dentro de la agrupación La Felipe, del peronismo local, Kamyla, vecina del barrio Presidente Sarmiento, comparte sus luchas y sueños con 50 compañeras y advierte que aún falta sumar a más. Aunque no conoció a su padre ni sabe quién fue, siempre se sintió contenida y acompañada por su familia en su elección de vida.
Desinhibida y directa, habló con Mi Ciudad acerca de la realidad y problemática de estas mujeres sin obviar una denuncia que causa indignación: “en Varela hay chicas de trece o catorce años que trabajan de prostitutas”, nos dijo.

-¿Desde cuándo sos Kamyla?
-Desde que nací. Mi psiquis es la de una mujer en el cuerpo de un hombre. Tengo tres hermanos varones, todos mayores que yo, y primos también varones. Cuando todos jugaban a la pelota, yo ayudaba a limpiar y a lavar los platos, sintiéndome una mujer.
-¿Cómo lo tomaron en tu casa?
-Mi familia gracias a Dios estuvo conmigo. Hace dos años que me operé, me hice la vaginoplastía, y ahí estuvieron mi mamá, mis hermanos, mi tía y mis primos, hasta que salí del quirófano, con lo que sentí toda mi vida. Cuando salí de la operación lo primero que hice fue levantarme el camisolín y mirarme. Estuve feliz de la vida, lloré de felicidad, logré lo que quería, lo que siempre sentí.
-¿Sufriste discriminación en la escuela?
-No tanto, nunca me interesó el que dirán. Sí había un grupo de pibes que por ahí decían “mirá el trolo”, pero no llegaba a más que eso. Y si uno se pone a discutir le sigue el juego, así que prefería escuchar y no darle importancia. Yo quería saber quién yo era y nada más. A los demás no les importa lo que hacemos con los genitales, y tener un pene u ovarios no tiene que ver con lo femenino o lo masculino. Una vive como una mujer, y yo le explicaba a toda la gente lo que yo era.
-¿Qué dificultades tuviste?
-Al viaje de egresados de primaria no me dejaron ir. La directora dijo que no porque yo estaba siempre con las chicas y mi documento en ese momento decía otro nombre… Ella era homofóbica, decía que yo me tenía que formar en la fila de los hombres… Los padres de mis compañeros hicieron de todo, hasta fueron al Consejo Escolar, pero no pude viajar. La directora hizo un informe como que yo tenía mala conducta, que era una mala persona… Y no pude ir. Pasé por muchos psicólogos… Gran parte de esos años.
-¿Pensás que la gente ya las acepta más o todavía encuentran mucho rechazo?
-Por más que tengamos identidad de género, el matrimonio igualitario, y la ley para un trabajo digno, todavía falta mucho. La sociedad se piensa que una tiene que ser lo que dicen los genitales, y no es así. Te apuntan con el dedo, te señalan, se codean… La sociedad todavía no está abierta para lo que es una mujer o un hombre trans. Yo tuve la suerte de que mi familia me aceptara, pero la gran mayoría de nosotras se va a los 13 o 14 años de la casa porque los padres no las quieren. Por el solo hecho de ser Kamyla, Natalia, Paola… Para mi mamá, mi tía, mi abuela, mis hermanos, también fue duro, pero lo aceptaron.

-¿Es igual en otros países?
-Yo creo que no. Acá en Argentina te discriminan por ser negro, por ser gordo, por ser flaco, por ser feo… Y nosotras como mujeres trans, como los hombres trans, somos más discriminados. Yo por solo pasar de varón a mujer se me cerraron un montón de puertas. Por ejemplo, la secundaria, que la estoy terminando ahora, o tener un trabajo digno y en blanco, o una obra social…. Nada de eso tenemos. Por eso la única salida laboral que tenemos es la prostitución. No nos dan la oportunidad de atender un kiosco, una verdulería, o trabajar en un banco.. .como cualquier ser humano, porque somos eso, somos como cualquier ser humano. Yo pago impuestos , la luz y el gas como cualquier persona. Pero la gente tiene un prejuicio de decir “tené cuidado, porque es una chica así”. Y si hacemos la prostitución es porque es nuestra única salida laboral, para poder comer y seguir viviendo. Y vivimos de noche, con muchos riesgos. Hay mucha gente alterada… Te suben, te roban, te pegan… La última vez que me paré en la calle, que fue antes de operarme, me dieron un tiro en la pierna para robarme la cartera y terminé en el Hospital Evita. Y gracias a Dios hoy estoy hablando con vos, pero hay compañeras que pierden la vida en la calle. Y es caso cerrado, a nadie le importa nada. Somos un número más para pagar y para votar, pero no tenemos los mismos derechos que los demás. Como que nuestras vidas no valen nada. Y somos seres humanos…
-Pero, ¿probaste buscar otro trabajo?
-Soy muy caradura. He ido y obviamente, te dicen que ya te van a llamar… y no te llaman nunca.
-¿Hay chicas muy jóvenes trabajando como prostitutas?
-Sí. De 13, 14 años… Hoy hay más libertad para que una chica diga que se siente así, pero cuando lo hace muchas veces le dicen que se vaya.. . Antes era más difícil, alguien se iba de su casa a los 13, 14 años.. . Y se tenía que ir a la casa de una trans mayor, que le daba asilo.. .Y vos todas las noches tenías que irte a trabajar, y traer para la comida, y para las otras cosas…
-¿Qué hacés frente a esta situación con esas chicas? ¿Les hablás, las aconsejás?
-Sí. Las aconsejo. Les digo que tienen las puertas más abiertas. Yo a los 20 años no podía terminar los estudios, ni hacer una carrera. Ahora tenemos algunos derechos. Pero no tenemos igualdad.
-¿En qué consiste tu actividad en la Felipe Diversa?
-Es un grupo que está dentro de la agrupación La Felipe, que dirige Julieta Pereyra. Ella nos ayuda, nos da una oportunidad para que se vea que las mujeres trans no sólo
servimos para estar paradas en una esquina. Y el Intendente Andrés Watson también nos apoya. A las chicas les conseguimos cooperativas para que puedan llegar a tener un ingreso mensual, las acompaño a hacer el tratamiento hormonal, que se hace en Lomas, totalmente gratis, acompaño a las compañeras portadoras de HIV que no son muy fuertes y necesitan el apoyo de una… Con la Pandemia, juntamos mercadería, armamos bolsones con alimentos, artículos de limpieza y de higiene personal y se los llevamos a las casas. Y también hacemos otras acciones solidarias.
-¿Qué va a pasar con la Ley de Cupos Trans en el Estado?
-Va a llevar un tiempo para que se implemente. En Capital ya el mes que viene tienen que entrar compañeras, pero acá en Provincia parece que será para el año próximo.
-¿Cómo imaginás tu futuro?
-Para mi futuro y el de mis compañeras pienso en tener una casa de nosotras, ya que la mayoría no tenemos ni casa ni terreno propios. También, tener un trabajo digno. Quisiera que cuando yo tenga unos 50 años pueda ver a mis compañeras atendiendo una oficina en la Municipalidad, o en un kiosco, en cualquier lado. Que haya una inclusión real, no de la boca para afuera.
-¿Qué le dirías a alguien que no te acepta?
-Le abriría las puertas de mi casa para que vea como vivo. Que nos vea como somos como personas, que nos conozca antes de jugarnos. Mucha gente nos juzga mal por maldad o ignorancia. No somos ogros… La vida no es solo tener sexo. Es nuestro trabajo porque la sociedad y el gobierno nos obligó a estar paradas en una esquina, no nos dejaron otra opción. Y no es fácil. Hay que aguantarse muchas cosas.

“Si hay algo que sea evidente, como además han certificado científicos de todas las áreas en las que se trata con personas trans, es que el apoyo social es clave para nuestro desarrollo como seres humanos, incluyendo acceso a recursos sociales fundamentales. Los psicólogos, sociólogos, trabajadores sociales y médicos tienen un consenso bien claro: acompañar, apoyar, ayudar. No se puede hacer nada de esto sin nuestras voces, sin dar espacio a nuestras vidas y dejar las simplificaciones y los estereotipos transmisóginos a un lado. Quizá, entonces, habría que dejar de cederle espacio a teorías de la conspiración y a discursos de odio”. (Rosa María García, activista trans y portavoz de la Asamblea del Orgullo Crítico de Murcia, España,).

 

 

Alejandro César Suárez.

Agradecimiento:
Angie Juárez.


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