Las plagas



Editorial » 01/11/2020

«Hay funcionarios que no funcionan», dijo Cristina, sobre el gobierno que ella integra. La frase resulta liviana ante el incierto panorama que se vive en un país cuyo rumbo nadie conoce.
Con más de un millón de infectados, el fracaso de la cuarentena más larga del mundo ridiculizó aquellas bravatas comparativas con otros países que el Presidente nos mostraba como «Maestro Ciruela» con sus filminas en el inicio de la Pandemia. Para colmo, Argentina quedó afuera de las estadísticas mundiales sobre el COVID, por no difundir datos confiables.
La falsa opción entre salud y economía terminó con el derrumbe de ambas. Y hasta los «expertos infectólogos» se quitaron responsabilidades por las decisiones tomadas por el Gobierno.
Los medios K, que se escandalizaban cuando el dólar valía 60 pesos, nada dicen ahora, que está a casi 200. Y Cristina señaló que el gran problema del país es que tenemos una «economía bimonetaria». «Se utiliza el peso argentino para las transacciones cotidianas y el dólar como moneda de ahorro y transacciones como las del mercado inmobiliario. ¿Alguien puede pensar seriamente que la economía de un país pueda funcionar con normalidad de esa manera?», preguntó la vicepresidenta. Pero… ¿En qué ahorran Cristina y sus hijos? ¿Qué había en la caja fuerte de Florencia Kirchner? No parecían ser bolívares ni patacones.
Por otro lado, mientras persisten las presiones sobre la Justicia, la Oficina Anticorrupción dejó de participar en casi 30 causas en las que se investigan ilícitos cometidos por funcionarios. La excusa para dejar de hacer lo que constituye su misión fue «falta de personal». Al mismo tiempo, se crea desde el Estado un observatorio que dirá qué notas y noticias siembran «odio» y cuáles no. Al frente de este triste deja-vú de Miguel Paulino Tato, el censor que se enorgullecía de «proteger la moral de los argentinos» decidiendo qué películas se podían ver y cuáles no en la Dictadura, se colocó a una periodista afín al partido gobernante, que mostró su particular sentido de la ética cuando en un programa de «investigación» le mostró en vivo y sin aviso previo a la infortunada Beatriz Salomón las inesperadas preferencias sexuales de su marido. No hay presupuesto para atacar la corrupción, pero sí lo hay para «observar» a la prensa independiente. Y para intentar criminalizar el periodismo de investigación con magistrados de «Justicia Legítima» o proyectos intimidatorios.
También alarma que el Gobierno, pasivo ante las tomas de tierras que se producen en todo el país, intervenga con sus funcionarios en la disputa de los Etchevehere, sobre la cual Alberto dijo: «son cosas de los ricos», como si él, su vice y sus ministros vivieran en una casilla del conurbano.
Completando un panorama desolador, el ex presidente Duhalde reapareció hablando de posible golpe, anarquía y «olor a sangre». Y después nos preguntamos por qué nadie quiere venir a invertir a la Argentina.
Si parece que, además de la Pandemia, nos hubieran caído encima las siete plagas de Egipto.


TAMBIÉN PUEDE INTERESARTE