El asesinato de Lucas. ¿Un caso bisagra?



Policiales » 01/12/2021

Enorme conmoción y una gran repercusión en todo el país causó el cobarde asesinato de Lucas González, el varelense de 17 años que jugaba en las inferiores de Barracas Central, a manos de integrantes de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires.

Enorme conmoción y una gran repercusión en todo el país causó el cobarde asesinato de Lucas González, el varelense de 17 años que jugaba en las inferiores de Barracas Central, a manos de integrantes de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires.
Mucho se escribió y dijo en estos días sobre el caso, que también fue utilizado políticamente, como en los últimos años ocurre con todo en nuestro país, de un lado y del otro de esta «grieta» que no parece respetar ni siquiera el dolor ante la muerte de un inocente. Pero cabe preguntarse si el Estado, ya sea nacional, provincial o local como ocurre en este último episodio, le entrega un uniforme y un arma a cualquiera, o como sería esperable, cada persona que se incorpora a una fuerza de seguridad tiene que aprobar antes de ello, un exigente examen psicológico y físico.
No hace falta ir muy atrás en el tiempo para recordar cuando, en la época del gobernador Scioli, se sacó a cientos de policías a la calle, armados, y con una «capacitación» de unos pocos meses.
Que haya fuerzas de seguridad disparando sobre la gente no es, lamentablemente, una novedad. Durante la «cuarentena», se conocieron decenas de casos de violencia institucional. En la ciudad de Buenos Aires, manejada por la oposición, pero también en provincias gobernadas por el peronismo. Y como es imaginable, acá también la importancia y difusión que se dio a cada caso fue mezquinamente selectiva.
Pero todo eso es política, y para la familia y los amigos de Lucas, la política es lo que menos importa. Tres asesinos indignos de llevar un uniforme provisto por el Estado, acabaron con su vida, con sus sueños y su futuro. Esa es su única realidad.
Que se haga Justicia es lo mínimo esperable. Pero también, deberá exigirse que desde este caso que tal vez sea «bisagra», se evalúen, en forma profunda y para siempre, las condiciones mentales y morales de cada integrante de una fuerza de seguridad al que se le entrega un arma.
Porque la idea es que nos protejan. Y no que nos maten.


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