Gerardo Roberto



Entrevistas » 01/06/2022

Gerardo Roberto hizo de todo en su vida. Fue aprendiz en un taller mecánico, tuvo un boliche, un restaurant y una pizzería, y hasta fue funcionario del intendente Juan Carlos Fonrouge.

Gerardo Roberto hizo de todo en su vida. Fue aprendiz en un taller mecánico, tuvo un boliche, un restaurant y una pizzería, y hasta fue funcionario del intendente Juan Carlos Fonrouge. Hace menos de un año se llevó un gran susto: fue internado por un infarto, lo que lo decidió a dejar el cigarrillo que lo acompañaba desde que era casi un niño. Nació el 6 de octubre de 1949, al igual que muchos vecinos, en «lo de «Doña Tomasa», la histórica partera del Varela de ayer que atendía en Dr. Sallarés entre Monteagudo y Alberdi. Hace 26 años que está en pareja con Betty Troncoso, y tiene tres hijos, Diego, Guillermina y Belén, los dos primeros, fruto de su matrimonio con Stella Maris Rosica. Tiene cuatro nietos, a los que menciona así: «Juan Cruz, Torito, Luli y la Gallega». Con él, charlamos en la Redacción de Mi Ciudad.

«Éramos cinco hermanos. Mi papá era policía y mi mamá, ama de casa. Se casaron por poder. Él no la conocía en persona, y ni siquiera a través de una foto. Confió en un amigo que viajó a España y fue el que se la presentó. Recién la conoció cuando llegó, en el Puerto. Mi abuela era ama de llaves de una marquesa en España y mi mamá era muy jovencita», relata. «Primero alquilábamos en Newbery y Las Heras y después nos mudamos a Las Heras 30, donde estaba el taller de Coló, y cerca, el de Bogliolo», agrega.
-¿Quiénes eran sus vecinos?
- Ramos, que era gerente del Banco Provincia, José Luis Parenti, el Doctor Sapico, Fito Arnés, Carlitos Llanos, Sperandío, Chiavarino, los Coló…
-¿A qué jugaba cuando era chico?
-Jugaba al fútbol en una canchita chiquita, que estaba en Las Heras y Rivadavia, al lado de lo de Jorge Pardo. Entre los que iban estaban Luis Genoud, el Nene Tossi, los Tuñón, Siendin… Los Bartel, Bacigalupo, Tossi era un crack. Venían a buscarlo de Boca y el abuelo no lo dejaba ir. No había forma de convencerlo, y eso que venían todos los días con una camionetita para llevárselo.
-¡A qué escuela fue?
-A la Escuela 1, con la señorita Barbalán.

Su trayectoria laboral empezó muy temprano, acorde con aquellos tiempos, en que los padres no querían que los chicos estuvieran en la calle. «Mi primer trabajo fue en el taller de los Coló, como aprendiz. Tendría diez, once años. Me hacían pintar ventanas y puertas, pasarles el antióxido… Yo llegué a conocer al padre de los mellizos. Mi vieja quería que haga algo y me mandó ahí. Y a los doce años entré al taller de Casariego, donde estuve hasta los dieciocho. Ahí aprendía electricidad del automóvil… Más tarde fui a trabajar a «Benito lo viste», que estaba en Monteagudo y Mitre. En una esquina estaba Manolo Fernández, en otra la tienda Los Ángeles, la Farmacia Lorenzelli y en la otra, Benito lo viste. El negocio era de Benito Rodríguez, un gallego de Avellaneda. Pasado un tiempo me llevaron a la Central, en Mitre y Las Flores, de Wilde. Estuve seis, siete meses y me fui porque estaba cansado de viajar», nos cuenta.
-¿Cómo era aquel Florencio Varela?
-Nos conocíamos todos… Varela era más chico. Éramos diez tipos… Llegaba hasta la FIFA por un lado, a Cinco Esquinas por el otro, después estaba Zeballos y por acá, hasta la Curva de Berraymundo. En Mitre y España estaba la quinta de los Cabello, que tenía la cancha de paleta. Los sábados a la noche íbamos a la pizzería Los Angelitos y la Confitería Astor, que estaba pegada al Banco Provincia. Primero fue la Astor, de Arué, y después fue La Candela, de Bracuto, el Meme Sbarbatti y Coco Ghio… Era un boliche bárbaro, y enfrente estaba La Patriótica.
-Y los carnavales…
-Se hacían en la Estación, Sallarés, San Martín y Juan Vázquez… Con desfiles de carrozas, las mesas afuera… Íbamos con Genoud, con Tito Tuñón, con Lavarino, con Arnés, los Bartel… Nos disfrazábamos, nos pintábamos… Venían comparsas de Solano, de Berazategui. Y estaba todo Varela. Tocaban orquestas y después íbamos a bailar al Varela Junior. Una vez estuvo D´Arienzo, yo tendría nueve años, y estaba transmitiendo Radio Rivadavia… También vino Aníbal Troilo, que era amigo de Nicolás González… Vino Héctor Varela… Y en uno de esos bailes conocí a la que fue mi mujer, Stella Maris.
-Usted era uno de los pibes que iban a practicar boxeo con el campeón europeo Charles Sys… ¿Qué nos puede contar sobre esto?
-Donde iba uno, íbamos todos… Y así fue. Arrancó el Gordo Florencio, después yo, Tatín López, Piraña, dos hermanos, los González, que eran del barrio Chacabuco, y a los que después Sys se los llevó al Luna Park, Calegari… Entrenábamos primero en la calle Lavalle, y después en un galpón que estaba en la calle San Nicolás. Sys era buen tipo, pero con mucha disciplina.

-¿Cómo llegó a tener un boliche bailable?
-En el año 70, con Carlitos Stephan y con otro socio, Ruyinski, pusimos un boliche en General Belgrano. En ese pueblo había nacido el padre de Carlitos. Compramos una discoteca que había ahí y le pusimos de nombre «Mi Tía Sofía». Lo tuvimos hasta que mi hermano y mi primo se mataron en un accidente de auto. Funcionaba en una casona donde nacieron los hermanos Villar, de Florencio Varela.
-Y después llegó la política…
-Sí, entré en la política con el Bebe Fonrouge, en la Unión Vecinal. Fui Director de entidades de bien público. El «Bebe» era extraordinario. Yo lo amaba. ¡Lo que aprendí… Lo que sabía…! Tenía sus cosas, había gente que no lo quería y él siempre despotricaba contra el peronismo, pero yo era peronista y le llevé gente del peronismo. A donde iba, Buenos Aires, La Plata, lo recibían como un señor. Llegaba a las ocho y media o nueve de la mañana y traía una cajita con plata. La ponía sobre la mesa y hacía pasar a la gente que venía a verlo de a uno por vez. Y les iba dando, a todos los que le pedían. Y fue un tipo que, cuando vino el golpe, dejó la municipalidad con un superávit de 4 millones. Igual que Herminio Iglesias en Avellaneda, que también dejó superávit, pero más grande todavía, de 14 palos.
-Cuéntenos alguna anécdota…
-Una vez vino una mujer llorando porque el marido estaba preso. Se había peleado con un vecino y lo habían detenido, y le pidió a Fonrouge que ayudara a sacarlo de la cárcel. Fonrouge le dijo que fuera a su casa que iba a hablar con el comisario… Y al rato vino la mujer del otro tipo. Que el marido estaba preso, que se había peleado… Cuando Fonrouge fue a la Comisaría el comisario le preguntó:
« Bebe, ¿a quién sacamos de los dos?»
Otra. Un día vino el Gerente General de Peugeot, Rufino Varela. Y preguntó si en la Municipalidad estaba Pedro Echague Naón. (N. de la R: actual director del diario El Vecinal, y por entonces, yerno y funcionario de Fonrouge) Le dije que sí, y me dijo que lo llame para saludarlo. Fui y le dije a Pedrito: «está el capo de Peugeot y preguntó por vos. ¿De dónde carajo lo conocés? ¿Y qué se yo?, me dijo». Y vino a verlo. Le dijo «Vos no me conocés a mí, no?» No, recién tengo el gusto de conocerlo… Yo soy tu padrino de confirmación, le dijo. ¿Cómo? Sí, soy tu padrino. Pedro no lo podía creer… La cuestión es que el hombre había venido a traer un Peugeot 404 cero Kilómetro a la Municipalidad, y el Bebe le dijo, ¿me hacés un favor? ¿por qué no me lo cambias por una ambulancia para el Hospital Boccuzzi? Y se lo cambió. La equiparon, tardó unos meses, pero la mandó.
-Y años más tarde abrió «El Fondo del Gallego»…
-Sí, El restaurant que puse en la calle San Nicolás, de Villa Vatteone.
-Ahí recuerdo haber ido a comer con mi padre y que servían un montón de comida sin pedir nada. Simplemente te sentabas y te iban trayendo los platos…
-Había visto ese método en un restaurant de Las Flores, acá no había nada así. Te servían unas picadas de novela, y después venía la carne, el chivito y el lechón… Ahí iban los Calvi, Morenito, Luís Genoud, De la Fuente, el Turco César Arue, Juani Demattei… Carlitos Calvi me traía a los capos de Quilmes a comer chivito en una mesa de 15 o 20 personas… Fue una época linda, Duró casi tres años porque tenía problemas con los parrilleros, que tomaban… Vino a ayudarme el Turquito Luz, estuve un mes y por un problema de salud, cerré.

«Después compré Chagal, una vaquería que era de Carlitos Negrete y estaba en Monteagudo y Sallarés. Cuando se me venció el contrato no pude pagar lo que me pidieron y abrí una pizzería en España y Sallarés: La Casona. Ahí funcionó el primer horno a leña de Florencio Varela. Tardé un año en abrir. Pero tenía problemas con la gente que salía de Taho´s y se peleaba en la vereda. Era un campo de batalla, tenía que trabajar con la puerta cerrada, si no, hubiera hecho cualquier guita… Entre los clientes estaban Albarellos, Carlitos y Freddy Calvi, Moreno… Hasta que mi mujer empezó a trabajar como secretaria de Graciela Giannettasio y Julio Carpinetti me ofreció el kiosco que funcionaba en la Municipalidad. Le dije que sí… Pensaba poner un restaurant ahí, donde en ese momento estaba Inspección General. Me quedé unos años hasta que lo voltearon a Julio y desarmaron el kiosco», recuerda. Y amplía: «cuando abrí La Casona el que me dio una mano muy grande fue Pluma Bussolo. Yo no tenía una moneda ni para comprar un vaso de agua. Cuando me dieron la llave, tardé siete meses para hacer el horno a leña y un año para abrir. Me dejé la barba desde el primer día, hasta que abrí. Y ese día me afeité. Nito Piotroski, muy amigo mío, me dio guita para comprar algunas cosas. Pluma me trajo cajones de bebidas, de todo… Y también me ayudó Rubiti, que tenía una óptica al lado del Cine Gran Rex».
-¿Y ahora? ¿Cómo pasa los días?
-Tenemos un grupo y nos juntamos a comer, con Darío Pérez, Pluma Bussolo, Piero Dongiovanni, Pipo Belén, Daniel Iácono, que tenía el bailable Callot, Bocha Casariego, Carlitos Stephan, Barbalán, Claudio Fernández, el Tano Roque … Antes también estaban los Amilibia, Del Campo, Cali Kopelmann… Somos unos veinte.

«Estoy contento con mi vida. Tuve muchas satisfacciones, muchas alegrías», nos dice el querido «Gallego», cerrando esta nota no sin antes contarnos que es creyente, que hasta fue monaguillo con el cura Fernández y que a Dios le diría «Gracias por todo» y que lo único que le dolió «es cuando se murió mi mujer y mis padres y hermanos».


TAMBIÉN PUEDE INTERESARTE