El meme y la condenada



Editorial » 03/03/2023

Editorial

En la Facultad de Derecho teníamos ciertas consignas muy claras a la hora de sentarnos a dar un examen final. Una de ellas, fundamental, era no introducir en la mesa algún tema sobre el que no nos hubieran preguntado y cuya ampliación por parte de los profesores podría traernos dificultades para responder sus preguntas.
Pero el profesor de Derecho en ejercicio de la presidencia de la Nación Alberto Fernández no parece haber adquirido esa habilidad, y, como si tuviera una insólita vocación de meme, reincide periódicamente con declaraciones que seguramente alguien recopilará cuando su fracasado paso por el Gobierno por fin termine, para editar un inédito compendio de torpezas discursivas, recomendable a todo aspirante a político, con el subtítulo «lo que no debe decirse».
En esa tónica cabe encuadrar su reciente e innecesario recuerdo de la fallida política sanitaria durante el COVID, que dejó más de 130.000 muertos, manifestando muy suelto de cuerpo que su gestión repartió las vacunas «de forma equitativa», y agregando, por si fuera poco: «no empezamos vacunando a los poderosos y dejamos al final a los más débiles», cuando nadie se olvida del «Vacunatorio VIP», que incluyó precisamente a funcionarios y amigos del Poder, que recibieron hasta dos dosis cuando aún había trabajadores de la Salud que no tenían ninguna. Y en formato economista, tampoco se privó Alberto de dar, hace pocos días, su particular visión de la realidad, lanzando alegremente: «las quejas que yo escucho de la gente son porque hay que esperar dos horas para ir a comer». Decir tamaña burrada con un 40 por ciento de pobreza -casi la mitad del país- y un 324 por ciento de inflación en lo que va de su mandato es haber perdido totalmente la noción de la realidad o querer autoflagelarse. Buscando subir más la vara, el presidente se fue con medio gabinete a la Antártida, desde donde sugirió que podría abrir una sucursal de Telam, esa usina de noticias oficialistas pagada por todos los argentinos, y donde habló de «un nuevo comienzo» para el país. ¿Cuántos comienzos más nos va a prometer el peronismo en todas sus variantes? ¿Con qué nueva mutación nos sorprenderá esta fuerza que fue de ultraderecha, liberal, de izquierda y del centro según calentara el sol de cada tiempo? ¿Quién será la nueva encarnación de la esperanza de este «movimiento- frente- partido» que fracasa desde hace décadas pero que enriqueció a todos sus dirigentes? ¿El presidente de los memes al que su propia gente le da la espalda? ¿La condenada que quiere saltar del bote que se hunde y al que ella misma puso en marcha? ¿El «Che» Grabois, más preocupado por las 12.000 hectáreas de Lewis que por las 415.000 de Lázaro Báez? ¿Massa, el hombre de las mil caras? Son algunas de las opciones. Pero habrá más. Démosles tiempo, y esta gente siempre podrá proponer algo aún peor.


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