Por Carlos Straub
1983 fue un año inolvidable para los argentinos que luego de un período de espesa oscuridad, vimos en el retorno a la Democracia un nuevo despertar. En Florencio Varela, un muchacho, Julio Carpinetti, que hasta hacía muy poco era vendedor de pantalones, se convirtió el 30 de octubre en el intendente electo.
1983 fue un año inolvidable para los argentinos que luego de un período de espesa oscuridad, vimos en el retorno a la Democracia un nuevo despertar. En Florencio Varela, un muchacho, Julio Carpinetti, que hasta hacía muy poco era vendedor de pantalones, se convirtió el 30 de octubre en el intendente electo. Sin embargo hubo otra historia previa. Casi olvidada y desconocida por muchos, como fue la interna del Partido Justicialista que ganó por menos de 50 votos otro hombre, Juan Antonio «León» Gonzalez. Este militante nacido en Gualeguay, Entre Ríos, llegó aquí a fines de los 60 y desde entonces no paró de «predicar la doctrina del peronismo», como le gusta afirmar. Ese espíritu de lucha y esas ganas de militar «casa por casa», la verticalidad que para él empieza en la familia, es lo que pese a ese trago amargo que le tocó vivir, lo hacen sentir aún con ganas de trabajar fiel a sus convicciones porque según él, «la participación política plena y la capacitación es lo único que va a permitir a las bases prepararse para regir los destinos de la Nación».
25 años después, Gonzalez rompe el silencio y cuenta su verdad a Mi Ciudad.
-¿En qué contexto lo encontró el advenimiento democrático?
-En 1983 ya hacía rato que me habían echado de Peugeot, donde me marcaron como que pertenecía a un grupo guerrillero, cosa que no era así, pero tampoco le voy a sacar el cuerpo al compromiso que tenía por aquel entonces con cada uno de los compañeros y grupos con los cuales trabajaba... Tenía relación con todos….
-¿Cuál era ese compromiso?
-Con la idea. Y en ese momento quizás para sacarme del medio me echaron en el 77. En el año 1983, el Proceso Militar que estaba apurado por dar una salida democrática permitió que muchos de nosotros pudiéramos participar intentando tener lugares de poder para realizar esa tarea que nos habíamos propuesto de capacitación de los cuadros, organización de las bases….
-Así que se volcó de lleno a esa tarea, con esos objetivos…
-Si. Y a medida que avanzaban los tiempos se produjo un hecho inaudito, la concurrencia de la gente a las unidades básicas, y pienso ahora que eso obedeció en parte a una trayectoria militante ya que desde el 67, año en que vine a vivir a Varela, yo ya venía trabajando, batallando.
-Una vez aquí, ¿quién lo acompañaba?
-Para comenzar, mi amigo del alma, Héctor Ercolano, quien ya falleció (se emociona al recordarlo), y con quien formamos un ateneo. En los 70, yo era operario de Peugeot donde conocí a Chicho Basile y acordamos hacer un trabajo juntos. Basile sabía de lo que yo era capaz porque habíamos tenido algunas cuestiones en lo que hace a la vida sindical, por ejemplo en una asamblea en 1976 a la que concurrieron 5400 obreros de los 5600 que tenía la fábrica, yo paré una manifestación que querían hacer a Plaza de Mayo. Ya eran tiempos muy bravos y evalué que esa acción que se iba a realizar era extremadamente peligrosa, el Golpe ya se venía… Igualmente dije que si la asamblea decidía hacer la marcha, yo no tenía problemas en ir en primer lugar. Pero se desistió de marchar. Así que con Basile combinamos trabajar juntos en política, y lo hicimos. Yo cumplí con mi trabajo. Él tendría que haber cumplido con el suyo, pero bueno… Yo sé que hubo fuerzas mayores que lo obligaron a no poder hacerlo, y no pudo cumplir conmigo.
-¿Cómo era hacer política en las postrimerías del Proceso Militar?
-Había que tener una actitud de poder llegar a la gente porque había mucho, muchísimo miedo. Pero a mi no me costó porque gracias a Dios siempre tuve la posibilidad de conocer a las personas en su propia casa, en el barrio…
-Hasta que llegaron las ansiadas internas…
- Así es, fueron el 14 de agosto de 1983. Por un lado estaba el compañero Genoud que había logrado aglutinar la «parte profesional» en su gran mayoría y nosotros que teníamos a la parte más humilde de Varela. Transitamos todos los barrios de la ciudad y encontramos cientos de compañeros que querían trabajar con nuestra lista así que el local de Alberdi 30 siempre estaba lleno de gente. A ellos les dimos desde el arranque la idea clara de qué era lo que buscábamos y en mi caso yo lo hacía…. Y caí de cajón como precandidato porque antes Basile había elegido compañeros pero ninguno quiso ser. ¿Por qué?, y, yo no puedo saber, porque me dediqué y me dedico a la gente en mi tarea de «predicador de la doctrina», todo lo que sucede por arriba casi siempre lo ignoro… Lo importante es saber qué somos capaces de hacer por la gente. También ya había aparecido Carpinetti con una actitud muy buena, desarrollaba cosas y me acompañaba a mí como chofer. El conoció los barrios conmigo llevándome en la campaña. Y llegamos bien a ese día, con todo cubierto, los fiscales asignados, los compañeros muy contentos… Teníamos todo para ganar. A las 10 de la mañana Basile pasó y me levantó de Alberdi 30, nuestra sede, y me llevó a ver el local de la Lista 98 de Genoud en Av. San Martín y Sallarés. Chicho decía que perdíamos por la cantidad de micros que los otros tenían y yo le respondí que no, porque sabía el trabajo que tenía hecho. Si yo no hubiera sabido lo que había trabajado no hubiera sido candidato a nada aunque intuía que él me iba a jugar sucio. A las 3 de la tarde ya todo el mundo decía que había ganado la Lista 98 y tanto es así que estaban organizando un asado para festejar. Yo ordené que salieran a buscar a compañeros que no habían ido a buscar todavía, y que le metieran pata porque faltaban 3 horas para cerrar las escuelas, y por ejemplo, a las seis menos cinco el jeep de Carpinetti llegó a la Escuela 11 con 8 compañeros o más, no recuerdo bien… y todo sumaba. De manera tal que a las 6 de la tarde, dimos vuelta la cosa y ganamos con un triunfo apretadísimo de 48 votos. ¡Ganamos!
-Usted ganó la interna pero después el intendente fue Julio Carpinetti. ¿Qué pasó en el medio?