Que vengan…

Es imposible no vincular la foto de Lara, la chica de 27 años que murió de COVID esperando una cama en un hospital santafesino, con la imagen de Zannini, afirmando «no arrepentirse» de haberse vacunado haciéndose pasar –él y su mujer- por «personal de salud».
Aunque para Alberto Fernández «no es un delito adelantarse en la fila», según lo dijo con su catadura moral habitual cuando justificó a los «vacunados VIP», cada uno de los que se robó una vacuna se robó la vida de otro argentino.
Las cifras del Coronavirus en Argentina pulverizaron las filminas comparativas del Presidente: somos el país con más muertos por millón de habitantes y menos del seis por ciento de los argentinos fueron vacunados con las dos dosis. Es un buen momento para preguntarnos en qué quedó aquella frase de la Ministra por herencia ab intestato Carl...

Ajedrez

«El sistema de salud se relajó», dijo el Presidente Fernández, causando la imaginable indignación de médicos y enfermeros. Sus desafortunadas declaraciones fueron rechazadas por varias asociaciones médicas y hasta originaron una cadena de videos en la que médicos de todo el país se grabaron trabajando y mostrando irónicamente su «relajo». No fue un buen discurso el de ese día, ya que el mandatario también dijo, con supina ignorancia, que los chicos discapacitados «no entienden» la pandemia, cosechando el repudio de la Asociación Síndrome de Down. Pero todo vale a la hora de delegar responsabilidades en otros. Cuando no es la oposición, son los medios. Y ahora, hasta los médicos.
«No sé como me contagié», dijo además Alberto, luego de participar en innumerables reuniones y dar abrazos sin barbijos ni distancia, ...

La vacuna que falta

La hipocresía kirchnerista no tiene límites. En pleno 24 de marzo, remarcando la necesidad de «hacer memoria» y agitando la bandera de los «derechos humanos», el Gobierno se retiró del Grupo de Lima en otra acción de apoyo a la Dictadura de Maduro, responsable de más de 2000 asesinatos de opositores solamente en el último año.
El lente selectivo de Alberto Fernández, Cristina Kirchner, Hebe de Bonafini y Estela de Carlotto, entre otros, tampoco detecta los encarcelamientos irregulares, las torturas y la represión desplegados por el autoritario gobernador eterno de Formosa, el «compañero» Gildo Insfrán.
Hace rato que organizaciones como Madres y Abuelas de Plaza de Mayo perdieron el prestigio que alguna vez tuvieron al enfrentarse a la dictadura, para transformarse en un apéndice más de un partido político y un gobierno del que obtuvieron ...

Los inmorales

Con el Vacunagate, el Gobierno superó todos los límites de la inmoralidad.
Si bien el fracaso de su política -económica y sanitaria- fue una constante durante toda la Pandemia, la revelación de la lista de funcionarios, parientes y amigos del poder vacunados por izquierda no sólo en hospitales sino en el propio Ministerio de Salud destrozó el relato de la épica con el que se intentó disfrazar un concierto permanente de ineptitud y corrupción.
El triste papel de Ginés González García, el mismo hombre que decía que el COVID «estaba lejos», que le preocupaba más el dengue y que para diciembre pasado íbamos a tener 10 millones de vacunados en el país, terminó como suelen terminar las historias de los cobardes: echándole la culpa a una secretaria de un operativo que sólo él y la actual Ministra pudieron haber autorizad...

El compañero Gildo

Hay silencios que aturden. Ni el presidente de la Nación, ni la abogada exitosa, ni las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, ni la Comisión por la Memoria, ni el ex juez Zaffaroni, ni los colectivos de actrices que tanto se indignan con algunos temas pero cierran la boca cuando los involucrados tienen su mismo color político se refirieron a los abusos de poder que ocurren en Formosa. Tampoco Victoria Donda, otra progre de cartón, cuya verdadera cara quedó al descubierto al revelarse como «negreaba» a su empleada doméstica. Ninguno de los supuestos «defensores de los Derechos Humanos» dijo ni media palabra sobre la mujer que perdió su embarazo por estar encerrada compulsivamente en uno de los centros irregulares de detención que el dictador Gildo Insfrán instaló con el pretexto de luchar contra el COVID. Ninguno hizo mención al atropello que miembros de la colectividad wichi de esa p...